miércoles, 3 de septiembre de 2008

Maybe

¿El hombre es capaz de gobernarse a si mismo? Se trata de un cuestionamiento acerca de la capacidad de la autosoberanía humana. Examinando a la historia, es virtualmente imposible encontrar una civilización, una forma de gobernar que haya sido perfectamente armoniosa, justa y positivamente progresista. Pero ¿porqué es esto? ¿Es acaso por las fallas en las construcciones ideológicas de las formas de gobernar? La democracia, el anarquismo, el comunismo, el imperialismo, etc. son todas formas que cuando están plasmadas como ideologías suenan como utopías para muchos, formas de gobernar que en teoría nos resultan apetecibles. Sin embargo, puestas en práctica, siempre es fácil encontrar importantes fallas en su aplicación. Es decir, su aplicación resulta en una versión imperfecta de la doctrina. Deducimos entonces, que la falla esta en el ser humano, que por su propia naturaleza de imperfección, no logra establecer una armoniosa coherencia entre la doctrina y la realidad. Siempre resultan de estas puestas en prácticas, una corrupción del sistema, de los integrantes de las instituciones y consecuentemente, en los habitantes correspondientes a dicho sistema de gobierno. Esto, por supuesto, basándose en los ideales de la libertad, de la justicia, del bienestar material, intelectual, psicológico y espiritual. Teniendo en cuenta todos estos aspectos, se busca una solución.

¿Y si el hombre dejara de gobernarse? ¿Si dependiera el acto de gobernar de algo, fuese cual fuese, inhumano? ¿Dejaría de existir la capacidad del hombre de corromper aquel sistema en su egoísmo destructor?

Es entonces, a partir de este cuestionamiento, que se propone lo siguiente.

Teniendo en cuenta el avance del hombre sobre la tecnología, que ha definido nuestra época en algunos casos de manera extremadamente positiva, y en otros, sumamente negativa, ¿es válido buscar la respuesta en este medio? Es entonces, aquí donde comienza mi teoría, que es justamente eso, una simple teoría y no una propuesta formalmente armada, sino una sencilla pregunta: ¿Y si nos dejáramos gobernar por un sistema electronico?

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